Ahora puedo coger cosas sin miedo a romperlas o aplastarlas
LUZ DERQUI
VALENCIA.
Durante más de 25 años, Lorenzo Gil Valía ha llevado en su brazo izquierdo una prótesis mioeléctrica, cuya única posibilidad de movimiento era de pinza. Ayer, en apenas unos minutos, la sustituyó por una nueva mano biónica.
Una apariencia humana y cinco dedos articulados le han cambiado la vida, según aseguraba ayer mientras, un poco incrédulo todavía, realizaba pruebas con sencillas manipulaciones y cogía pequeños objetos, algo impensable para él hasta ahora.
Lorenzo, que trabaja en la Agencia Tributaria de Valencia, nació hace 47 años con una malformación congénita en el brazo a la altura del codo. Eso no le ha impedido llevar una vida normal pese a las limitaciones y durante años se valió de una prótesis mioeléctrica para trabajar. Han sido todos estos años, en los que sus músculos se han acostumbrado a trabajar con prótesis, los que le han facilitado el cambio a una mano biónica, ya que en ambos modelos su funcionamiento está basado en impulsos musculares, según explicó el técnico ortoprotésico, Leopoldo Fernández.
La mano biónica funciona a través de un control intuitivo que recoge las señales eléctricas que envía el cerebro al músculo de la mano amputada. Estas señales son recibidas por dos sensores y procesadas para que los músculos mecánicos realicen el movimiento deseado.
El sistema biónico permite una gran mejora en la calidad de vida de pacientes amputados, al permitir un movimiento hasta ahora imposible como la rotación del pulgar. Mantener un plato, sostener una tarjeta, cortar con un cuchillo, marcar un número de teléfono, abrir una cerradura, transportar una maleta o abotonarse una chaqueta, son acciones fáciles para la mayoría de las personas, pero que Lorenzo sólo empezó a hacer ayer con su mano izquierda.
Ayer sólo fueron unas horas, para empezar a acostumbrarse, pero la próxima semana volverá colocarse la nueva prótesis durante más tiempo, hasta que la prótesis mioeléctrica quede definitivamente relegada al pasado.
Seguridad y confianza
«Estoy más seguro y tengo más confianza», repetía Lorenzo, un poco abrumado por la expectación levantada a su alrededor, pero encantado al comparar ambas prótesis. «Antes no me fiaba, pero ahora puedo coger cosas sin miedo a aplastarlas ni romperlas», según destacó, tras explicar que la nueva mano «se atiene a la resistencia del objeto que coges». Esta precisión, junto a la mayor movilidad de los dedos, le permitirán poder trabajar mejor y más rápido en el ordenador, ya que hasta ahora sólo utilizaba el teclado con la mano derecha.
El nuevo implante, que se sujeta al brazo mediante un sistema de presión, no sólo es más útil sino mucho más estético. La mano, comercializada por la empresa valenciana EMO con el nombre de «i-LIMB», está cubierta por un guante cuya textura, color y características generales son similares a la propia piel del paciente.
Esta piel artificial protege además la mano de agentes externos, es tan flexible como la piel humana y presenta prácticamente el mismo aspecto, hasta el punto que en un primer vistazo es difícil diferenciarlas.
Numerosas peticiones
La mano biónica i-LIMB fue presentada el pasado 29 de noviembre en la Feria Orprotec de Valencia y desde ese momento la empresa comercializadora ha recibido numerosas solicitudes de pacientes y técnicos protésicos interesados en ella. Además de a Lorenzo, ya se ha implantado en una niña de 13 años en Barcelona que se ha convertido en la primera paciente pediátrica.
El coste se sitúa entre los 36.000 y 40.000 euros y se adapta a las características de cada uno de los usuarios.